Pensar nuestro Ministerio Escolapio (1ª parte)

Nuestra Orden sólo tiene razón de ser en cuanto participa de la Misión Evangelizadora de la Iglesia[1]. Así comienza el capítulo tercero de nuestras Reglas, dedicado íntegramente a nuestro ministerio escolapio. El texto de este capítulo es diferente al del resto del contenido de nuestras Reglas que, como corresponde, tiene un sentido fundamentalmente jurídico y normativo. El capítulo dedicado al Ministerio es fundamentalmente propositivo, sin que por eso pierda ni un ápice de normatividad. Así debemos leerlo y comprenderlo.

Quiero dedicar esta carta fraterna a subrayar algunos aspectos propios de nuestro ministerio educativo que me parecen importantes y que son recordados en nuestras Reglas, aunque en ocasiones no los tengamos tan en cuenta. Me referiré sólo a algunos de ellos, pero no dejo de invitaros a que leáis completo este capítulo tercero de nuestras Reglas. Vale la pena.

1-Empezamos con una afirmación de alto nivel, destinada a modificar bastantes de nuestras actitudes y prioridades. Decimos de nosotros mismos que “cuanto se relaciona con la educación de la infancia y de la juventud y su evangelización, a la que nos consagramos con el cuarto voto, hemos de considerarlo como cosa propia[2].

Me impresiona esta afirmación. Y me da mucho que pensar. Todo lo que tiene que ver con la educación de los niños y jóvenes es cosa nuestra, debemos interesarnos por ello. Las Reglas consideran esta actitud como una consecuencia directa de nuestra consagración. Propongo tres puntos que podríamos pensar:

  1. Hacernos una pregunta a nivel personal: ¿cuánto me intereso por la realidad de los niños y jóvenes? ¿de qué modo esta actitud forma parte de mi vida espiritual? ¿cuánto leo y me formo sobre ello? ¿qué dinámica de cercanía con los niños y jóvenes llevo adelante? ¿cuánto tiempo les dedico? ¿cuánto influyen en mis decisiones, mis prioridades, mi forma de vida?
  2. Una propuesta para nuestras comunidades. Independientemente del tipo de comunidad en la que vivamos, me parece que sería muy importante que en todas ellas hubiera reuniones formativas sobre la realidad de los niños y jóvenes a nivel local y mundial. Siempre hay personas a las que podemos invitar o cursos a los que podemos acudir. Y creo que esto no es algo solamente propio de las casas de formación (que sería imprescindible), sino de todas las comunidades.
  3. Y algunas reflexiones institucionales: la importancia de estar presentes en las plataformas y organizaciones educativas internacionales y nacionales; la necesidad de colocar este objetivo entre las prioridades de nuestros equipos; nuestra presencia activa en redes de Pastoral Juvenil, como venimos haciendo, etc. Y una idea: tal vez en este proceso de “refundación del ICCE” que estamos tratando de llevar adelante, podríamos pensar que el Instituto pensara opciones para facilitar esta “permanente actualización” sobre la realidad educativa de niños y jóvenes que ayude al conjunto de las Escuelas Pías. Tema para reflexionar.

2-En segundo lugar, la preferencia por los pobres. Las Reglas dicen que la “preocupación preferencial por los más pobres y necesitados será un criterio que deberá pesar mucho en la planificación de cada una de las demarcaciones.[3]

De lo que estamos hablando es de los “criterios de nuestras planificaciones”. Me parece muy sugerente esta obligación que nos ponemos a nosotros mismos. Tal vez este sea un tema que lo tenemos claro a nivel afectivo, a nivel de identidad con Calasanz y a nivel de sensibilidad, pero no a nivel operativo, no es un criterio que utilicemos de modo prioritario al elaborar nuestras planificaciones y proyectos. Y esto es algo que tenemos que revisar. Esto es lo que piden nuestras Reglas.

Sería bueno ver si en nuestros últimos Capítulos hemos tenido en cuenta este criterio de modo significativo, o si ha pesado en nuestras decisiones y discernimiento. Creo que estamos ante un tema que, si de verdad se convierte en criterio institucional de discernimiento, provocará más de un cambio en nuestra realidad. Tal vez estemos ante un desafío en el que tenemos que entrar.

3-En tercer lugar, quiero hacer referencia al número 103, que es nuevo, fruto del último Capítulo General. Nos comprometemos a luchar contra cualquier tipo de abuso sexual, de conciencia o de poder, y cualquier tipo de explotación, tanto de los menores como de personas vulnerables.

Pienso que es un paso importante que la Orden haya incluido en las Reglas la protección de los menores y de las personas vulnerables, porque expresa un compromiso nítido en la lucha contra esta lacra. Creo que es bueno que la Orden tenga ya un documento marco, y creo que es fundamental el departamento que hemos creado en la Curia General. Igualmente, pienso que todas y cada una de las demarcaciones deben disponer de sus propios documentos y estructuras, y actualizarlos periódicamente. Creo también que este asunto deberá ser estudiado a fondo en un consejo de superiores mayores e, igualmente, en algún encuentro de formadores.

El tema de la protección del menor y de las personas vulnerables está en pleno estudio y profundización. Hay muchos aspectos que forman parte de él, y que todavía no hemos sabido profundizar de modo adecuado. Probablemente estamos ante un “tema en desarrollo” que ha venido para quedarse en nuestra vida y en nuestros modos de proyectar y de trabajar. El abuso sexual, el abuso de conciencia y el abuso de poder tienen raíces comunes, aunque tengan también aspectos específicos que deben ser estudiados. Pienso que una de las tareas de nuestros equipos de protección y prevención es la formación, la permanente actualización en este importante campo.

Sólo a título de ejemplo, y con el fin de que comprendamos la complejidad del tema, me gustaría citar algunas de las áreas que están en estudio en estos temas y que deben ser bien comprendidas y valoradas: la atención prioritaria de las víctimas; las señas de posibles abusos; la diversidad cultural; la organización de la prevención; el clericalismo; la formación interdisciplinar en relación con la prevención del abuso; el modelo de relación educativa; las dinámicas internas de la Iglesia y de las instituciones religiosas; el perfil y la formación de los candidatos al sacerdocio y a la vida religiosa; los factores estructurales que facilitan o dificultan el abuso; la visión cristiana del ser humano, etc. Estamos ante un tema en el que se juega la credibilidad de nuestra misión y el bien de los niños, que es para lo que Calasanz fundó las Escuelas Pías: para ofrecer a los niños un feliz transcurso de toda su vida[4].

4-En cuarto lugar, quiero hacer una referencia al mandato de crear y potenciar la comunidad cristiana escolapia en cada una de nuestras presencias escolapias[5]. Las Reglas dedican dos números a este tema, En el primero, describen la importancia de la comunidad cristiana en cada obra, convirtiéndola en condición de posibilidad para poder llevar adelante la tarea evangelizadora, y en el segundo describen concretamente la Comunidad Cristiana Escolapia que debemos crear, para hacer posible el crecimiento de la identidad escolapia de nuestra misión.

Es interesante el objetivo: hacer crecer la identidad calasancia. Me parece muy importante hacernos conscientes de esto: para que la identidad calasancia de nuestras obras pueda crecer, consolidarse, convertirse en vida, necesitamos la comunidad cristiana escolapia.

Queridos hermanos, esto no es un asunto que dependa de las sensibilidades de cada Provincia o del nivel de maduración de cada demarcación en lo relativo a las claves de vida de la Orden. No es así. Es prioritario y fundamental en todas y cada una de nuestras presencias, si realmente queremos ser fieles a nosotros mismos y a nuestro modo de comprender el reto de construir Escuelas Pías.

Me alegra mucho saber que el Secretariado para un Ministerio Insustituible ha colocado el tema de la comunidad cristiana escolapia entre sus prioridades, y la está trabajando en todas las plataformas desde las que se trata de coordinar nuestra misión. Pienso que lo mismo está planteándose el Secretariado de Construcción de Escuelas Pías. Vamos a entrar a fondo en este tema, que está llamado a transformar y renovar, de modo exigente, nuestra realidad y nuestro lugar como comunidades religiosas al servicio de la misión.

5-Cito un quinto punto interesante: el papel de la mujer en las Escuelas Pías[6]. Las Reglas dan dos pistas muy sugerentes: garantizar una educación en igualdad y equidad, y la corresponsabilidad de hombres y mujeres en nuestras obras. También este punto es nuevo, aprobado por el último Capítulo General.

Estamos ante otro tema de alto nivel que merece amplia y profunda reflexión. Sólo a título de ejemplo, quiero proponer tres áreas a considerar.

  1. Por un lado, cómo cuidar la educación que ofrecemos a nuestros niños y a nuestras niñas, para que puedan crecer en una dinámica de profundo respeto y valoración del otro sexo, en conciencia de igualdad y en claridad de su propia identidad, femenina o masculina. Estamos ante un reto fuerte, que responde claramente a nuestro proyecto educativo y la visión cristiana del ser humano.
  2. Por otro lado, estamos desafiados por muchos temas relacionados entre sí: la cuestión de género, el acompañamiento de la identidad sexual de cada persona, el respeto por las sensibilidades diversas que conviven entre nosotros, la propuesta educativa cristiana y escolapia, la formación y el acompañamiento de las familias, nuestra propia formación, etc.
  3. Y un tercer punto bien concreto, relacionado con la presencia de la mujer en puestos de liderazgo de nuestras obras y equipos. Hemos avanzado mucho en algunas provincias, no tanto en otras. Y poco en el nivel de los secretariados y equipos de la Orden. El tema está abierto, y hay que entrar en él.

6-En sexto lugar, nuestras Reglas dedican algunos números a la dimensión transformadora de nuestra educación escolapia. Los números 109, 110 y 111 hacen explícita referencia a esta dimensión fundamental de nuestra misión, que en su momento enunciamos con estos tres verbos: educar, anunciar, transformar[7].

Uno de los ministerios escolapios que encomendamos a nuestros jóvenes y a algunas personas de las Fraternidades Escolapias es el de la “atención a los pobres para la transformación social”. Desde siempre hemos tenido claro que nuestras escuelas están llamadas a transformar la sociedad, y que este es el sentido y el fin de nuestra propuesta educativa: contribuir a un mundo más justo y fraterno. Así concibió Calasanz las Escuelas Pías, y así ha sido desde siempre.

Creo que sería muy interesante y rico que pudiéramos elaborar algunos estudios relacionados con el papel transformador de nuestras escuelas a lo largo de la historia, y en el momento actual. Animo a quienes se sientan con espíritu investigador a que lo puedan hacer.

Pero en el contexto de esta carta fraterna, me gustaría destacar que nuestras Reglas proponen, literalmente, que intentemos que “nuestros educandos se preparen para comprometerse en las realidades políticas mediante una participación libre, activa y responsable”[8].

Estamos hablando de preparar a los alumnos a sentirse responsables de la participación política en sus contextos y sociedades. No creo que hayamos profundizado mucho en este tema, aunque he conocido iniciativas y proyectos. Tal vez el desprestigio de la política, en muchos contextos, no nos ha ayudado en esto. Pero es claro que lo tenemos que pensar. Debemos trabajar para crear ciudadanos, ciudadanos de su contexto y ciudadanos globales.  Esta es una de las áreas más claras del proyecto del Pacto Educativo Global que impulsa el Papa, y tenemos que entrar en ella.

Hay más puntos inspiradores para nuestro ministerio que están contenidos en este capítulo de nuestras Reglas. No quiero cansaros. Los dejo para una segunda parte de esta salutatio. Son muy interesantes: el testimonio del educador, la vida sacramental, la misión “ad gentes”, las diversas plataformas ministeriales, etc. Vamos poco a poco.

Recibid un abrazo fraterno.

[1] Reglas Comunes de las Escuelas Pías, ed. 2022, número 100.

[2] Reglas Comunes de las Escuelas Pías, ed. 2022, número 101.

[3] Reglas Comunes de las Escuelas Pías, ed. 2022, número 102.

[4] San José de CALASANZ. Constituciones de la Congregación Paulina de los Pobres de la Madre de Dios de las Escuelas Pías, número 2.

[5] Reglas Comunes de las Escuelas Pías, ed.2022, números 106 y 107.

[6] Reglas Comunes de las Escuelas Pías, ed. 2022, número 108.

[7] Lema del Año Jubilar Escolapio de 2017.

[8] Reglas Comunes de las Escuelas Pías, ed. 2022, número 109.