Orar

Dedico esta carta fraterna a una sencilla reflexión sobre la oración, con el deseo de invitarles a vivir con una mayor intensidad esta imprescindible dimensión de nuestra vida escolapia: ser personas de oración. Quisiera centrarme, sobre todo, en el ejemplo y enseñanzas de Calasanz sobre esta preciosa y apasionante dimensión de nuestra vocación: la vida espiritual.

Quiero basar mi reflexión en la oración colecta que hacemos siempre cuando celebramos la solemnidad de Calasanz. Dice así: “Señor Jesús, que has enriquecido a San José de Calasanz con la caridad y la paciencia para que pudiera entregarse sin descanso a la formación humana y cristiana de los niños; concédenos, te rogamos, imitar en su servicio a la verdad al que veneramos hoy como maestro de sabiduría”.

Si se han fijado, en la oración decimos “sin descanso”. Entregarse sin descanso a la formación de los niños. ¿Cómo se puede hacer eso “sin descanso”? Yo creo que no hay duda: sólo desde su profunda experiencia de Dios. Sólo así se puede mantener una vocación tan desafiante “sin descanso”, día a día. Sólo desde la oración comprendemos la vida de Calasanz. Sólo desde la oración podemos comprender la fundación de las Escuelas Pías. Sólo desde la oración podemos seguir construyendo Escuelas Pías.

Igualmente, sólo desde la oración podemos comprender lo que dicen nuestras Constituciones escolapias cuando hablan de San José de Calasanz: “Bajo el soplo del Espíritu se entregó en cuerpo y alma a la educación cristiana de los niños” (C1). Esto es lo que decimos de él. Y lo decimos en el mismo párrafo en el que hablamos de las Escuelas Pías como “obra de Dios y del afortunado atrevimiento y tesonera paciencia de San José de Calasanz”.

Nos basta con contemplar el cuadro de Goya en el que se representa la “última comunión de San José de Calasanz con los niños”, y preguntarnos qué vemos en esa pintura. ¿Cómo es posible vivir así, como él vivió? ¿Cómo es posible, a su edad, seguir entre los niños? Sólo hay una respuesta…

Los escolapios lo entendieron muy bien. Quizá por eso colocaron encima de la puerta de la habitación de Calasanz una placa con una inscripción preciosa, que día a día podemos meditar los que tenemos el privilegio de orar en la capilla de Calasanz. Este es el texto de esta inspirada placa: Cubiculum diuturno per XXXVI annos incolatu Iosephi Calasanctii ieiuniis vigiliis chameuniis frequente coelitum apparitione et signis demum ac beata morte honestatum altari condito dedicatum venerabundus ingredere. Esta es la traducción: Entra en la habitación de San José de Calasanz, ocupada durante treinta y seis años con ayunos, vigilias, con una frecuente aparición de los cielos y finalmente con su santa muerte, venerando el altar a él dedicado.

Impresiona pensar en la vida de Calasanz en San Pantaleo. ¡Treinta y seis años en esa pequeña habitación, luchando por construir las Escuelas Pías! Es precioso ver lo que destacan los escolapios que escribieron la placa: ayuno, vigilia, frecuentes apariciones de los cielos y una santa muerte. Escrito con el lenguaje de su tiempo, lo que se dice que Calasanz es que fue profundamente fiel durante esos treinta y seis años, en los que estuvo en profunda y constante presencia de Dios, con mucho tiempo de oración, hasta que entregó su alma a Dios, como un santo. Sólo se puede decir esto de un hombre que vivió una profunda vida de oración. ¡Damos gracias a Dios!

1-Vamos a intentar entrar en algunas de las claves desde las que nuestro fundador vivía su experiencia espiritual y que las podemos vivir como enseñanzas y pistas para el camino. Las estructuro en tres apartados: Calasanz también aprendió a orar; aportaciones de Calasanz para vivir la oración y, finalmente, la escucha del Espíritu Santo.

a. También Calasanz aprendió a orar.

Cuando vemos a Calasanz, nos impresiona su fe y su autenticidad de vida. Y a veces nos olvidamos de que él también fue niño, también tuvo sus luchas juveniles, también tuvo que aprender a orar. Ciertamente, su experiencia familiar le habló de Dios y le enseñó a orar. Por eso, también es bueno que nosotros nos preguntemos por nuestra historia de fe y nuestro camino de aprendizaje y vivencia de la oración. Nos ayuda dar nombre a lo vivido y a lo aprendido, y también a lo que necesitamos.

En su proceso vital supo acoger diversas aportaciones espirituales de la Iglesia de su tiempo. La experiencia franciscana, teresiana, carmelita, diversas corrientes de renovación espiritual de la Iglesia que le tocó vivir, influyeron en él. Fue un hombre buscador, con una profundidad espiritual que supo mantener durante toda su vida. Y esta es otra clave de la que podemos aprender.

Es muy interesante ver cómo Calasanz relaciona profundamente su experiencia de oración y su cercanía a los pobres. Su experiencia espiritual unifica su vida (oración y misión). Por eso fue capaz de hacer lo que hizo, y por eso estamos nosotros aquí, cuatro siglos después, bebiendo de la fuente que él engendró.  ¡Ánimo en nuestro aprendizaje! Nunca es tarde, siempre es un buen momento.

b. Algunos consejos y aportaciones de Calasanz para vivir la oración.

Obviamente, la mejor aportación y el mejor consejo es su propia vida, su testimonio cotidiano, su ejemplo de santidad. Nos basta con acercarnos a su vida para entender el paso de Dios por él, y su cuidado formidable de su experiencia de fe. Pero también podemos acercarnos a sus escritos. Voy a ofrecerles sólo algunos sencillos puntos que considero especialmente significativos, de entre las muchas cosas que se pueden destacar. Me conformo con decirles algo de lo que escribió en las Constituciones de la Orden y algunos detalles contenidos en sus cartas, porque sé que todo esto es bien conocido por nosotros. Pero nos viene bien recordarlo.

  • Calasanz hace una afirmación impresionante en sus Constituciones: “Sin el cultivo de la oración, toda Familia Religiosa está próxima a su relajación y desmoronamiento[1]”. Este es su punto de partida. Para Calasanz, sólo es posible las Escuelas Pías si las Escuelas Pías oran, si crecen y cuidan su vocación de ser un “cuerpo orante”, porque -como afirma en sus cartas- una vida sin oración es como un cuerpo sin alma.[2]
  • Impresionan las palabras que utiliza Calasanz para explicar a los escolapios la importancia de la oración. Cito algunas de ellas, todas contenidas en el mismo párrafo (CC44). Es bueno leerlo: “cultivo; exquisito cuidado; no quebrantar nunca; profundo silencio y sosiego de cuerpo y espíritu; esfuerzo, Cristo”. Su deseo es explicar cómo deben valorar y vivir la oración sus escolapios.
  • Lo que deja claro Calasanz es que la oración debe ser frecuente durante el día, y especialmente cuidada en momentos fundamentales como el comienzo y el final del día o la celebración de la Eucaristía. Pero insiste mucho en orar durante la vida cotidiana, y encontrar el modo personal de hacerlo. Es muy bonito escucharle decir que podemos y debemos reunir, en nuestra persona, a Marta y María[3]

 c. La escucha del Espíritu Santo.

Pero si hay algo que caracteriza especialmente la visión que Calasanz tiene de la oración, es su llamada a la escucha de la voz del Espíritu Santo.

En una de sus cartas más antiguas, enviada a la casa de Narni en 1622, Calasanz afirma: “La voz de Dios es voz de espíritu que va y viene, toca el corazón y pasa; de donde importa mucho estar siempre vigilante para que no venga improvisamente y pase sin fruto[4].

Calasanz explica cómo hay que hacer esto: lo primero es silenciar otras voces que nos despistan, para poder atender la voz de Dios; necesitamos estar atentos, vigilantes, sensibles a nuestro proceso interior, porque sólo así la voz de Dios puede tocar el corazón. Y así dará frutos. Y ya sabemos cuáles son los frutos que Calasanz espera en sus educadores: la humildad, la capacidad de abajamiento en el servicio a los niños, la misericordia y la bondad de corazón, y la invitación a vivir de modo agradecido en la presencia del Señor.

2-Un escolapio y un educador que ora pueden llegar a ser el escolapio y el educador que Calasanz soñó para los niños a los que entregó su vida. Una de las mejores aportaciones que, como educadores escolapios, podemos ofrecer a los niños y jóvenes, es el testimonio de consistencia espiritual. Ofrezco tres caminos sencillos que pueden ayudar:

a. Orar por los alumnos.

¿Quieres ser mejor educador escolapio? Ora por tus alumnos. Sólo así podrás ser el maestro o la maestra que tus alumnos necesitan. Reza por ellos, nombre a nombre, rostro a rostro. ¿Hay algo mejor que puedas hacer por ellos que poner su vida en las manos de Dios, cada día? ¿Sabes cuál es el fruto de esta oración? Es precioso. Esta oración te va convirtiendo en el educador que ellos necesitan, porque tu corazón se hacer cercano a cada uno de ellos.

Un ejemplo, para que lo entendamos mejor. Nosotros rezamos por las vocaciones. ¿Por qué? Dios nuestro Señor ya sabe que necesitamos vocaciones, que los niños necesitan vocaciones escolapias. Pero al rezar por ellas, mi alma se va transformando poco a poco y me ayuda a dar lo mejor de mí mismo en la pastoral vocacional. La oración me acerca al reto por el que rezo. Pues lo mismo pasa con la oración por tus alumnos. Hazlo frecuentemente, si quieres ser un nuevo Calasanz.

b. Enseñar a orar a los alumnos.

Este es otro reto apasionante: enseñar a los niños y jóvenes a orar. A esto dedicó Calasanz su vida entera. Pero sólo lo podemos hacer si nosotros somos personas de oración, si nos convertimos en alumnos necesitados de aprender de las cosas de Dios.

No lo olvidemos. Cuando los discípulos le pidieron al Señor que les enseñase a orar, lo que hizo Jesús fue orar con ellos la oración con la que Él oraba a su Padre. Esta enseñanza de Jesús es el secreto de los secretos en relación con el aprendizaje de la oración y de la vida espiritual.

c. Orar con los alumnos.

Una escuela en la que los maestros y los alumnos oran juntos se convierte en una escuela capaz de cambiar la vida de todos. Este es el secreto de la Oración Continua. Nada hay más fuerte para cuidar la vocación del maestro que orar con los niños, atentos a sus miradas y oraciones; y nada hay más maravilloso para la fe de un niño que escuchar la oración de su maestro. ¿Saben por qué? Porque nadie engaña a Dios. Si quieres conocer a un niño o a un joven, escucha lo que dice cuando reza. Esa es su alma.

3-Termino. En muchas ocasiones, cuando hablamos de la oración o cuando leemos sobre el tema o cuando analizamos nuestra vida, puede surgir entre nosotros una experiencia que no es fácil: “no sabemos orar”. Lo podríamos decir como Pablo: “Orar como conviene, como es necesario orar, no sabemos[5]. Esta es la experiencia de la debilidad y pequeñez de nuestra experiencia de fe. En cuestiones de oración, nos sabemos pobres, y eso es bueno para la experiencia de oración. Pero la clave está no sólo en saberlo, sino en experimentarlo. Cuando nos percibimos pobres y pequeños, ese día estamos más cerca del Padre Nuestro. En ese momento, el Espíritu llega en ayuda de nuestra debilidad y entonces podemos decir “Abba”.  Decir “Padre Nuestro” es una respuesta al amor recibido. Y eso sólo lo experimentamos desde nuestra necesidad y pequeñez. ¡Ánimo en el camino!

P. Pedro Aguado Sch.P.
Padre General

Tomado de: Scolopi.org

[1] San José de Calasanz. Constituciones de la Congregación Paulina, n.44
[2] San José de Calasanz. Opera Omnia, vol. III, página 93, EP1085
[3] San José de Calasanz. Opera Omnia vol. V, página 301, EP2475
[4] San José de Calasanz. Opera Omnia vol. I, página 169, EP131
[5] Rom 8, 26