El encuentro quiso ser una experiencia de estar cerca: cerca de cada uno, cerca de la comunidad, cerca de Dios, cerca de los necesitados, y por supuesto, cerca de Calasanz. En él participaron algo más de 200 jóvenes y acompañantes, pertenecientes a las obras escolapias (de los Padres Escolapios y de las Madres Escolapias).
El día de llegada fue el lunes 13 de junio donde las delegaciones hicieron su aproximación a la sede del encuentro: provenientes de Cúcuta, Medellín, Bogotá y, por supuesto, Pereira. Posterior a la ubicación en los respectivos salones (adaptados como habitaciones), y de un recorrido por las instalaciones del colegio, se tuvo la bienvenida con unas palabras de los coordinadores del evento, de otros religiosos acompañantes; para continuar con el Scolopi Show: una muestra cultural, artística y alegre en la que los religiosos escolapios, los laicos miembros de la Fraternidad y del Movimiento Calasanz Adulto, así como jóvenes anfitriones, expresaron la alegría de encontrarnos, intercalando las arengas preparadas por cada una de las delegaciones.
Durante el primer día se tuvo la oportunidad de vivir la experiencia de estar cerca de cada uno (Cerca de Mí), como una manera de reconocer la belleza que habita el propio ser. Presidido el día por una conferencia pedagógica y profunda, dirigida por Juan Carlos Gómez, en la que abordó el propio conocimiento como principio de la vida espiritual, se continuó con un recorrido por bases, en donde los jóvenes tuvieron la oportunidad de explorar sus relaciones (ambiente), su cuerpo, su sensibilidad, su mente, para acceder, finalmente, a lo mejor de cada uno (Lo Mejor de Mí). La tarde se vivió en doble dinámica: la primera parte vivimos el Ubuntu Match, un rally lleno de juego y retos donde la lógica era reconocer que la vida comunitaria es el mejor lugar para descubrir y vivir lo que somos; la segunda parte fue el recorrido por la vida comunitaria escolapia, donde los religiosos escolapios, de manera cercana y creativa, algunos lugares o dinámicas de crecimiento de nuestra manera de vivir juntos. El primer día finalizó con una experiencia de oración, con tono juvenil.
El segundo día quiso vivirse como una experiencia de retiro, ya que se quiso experimentar el hecho de estar cerca de Dios. Para ello los jóvenes y sus acompañantes visitaron el maravilloso Valle del Cocora, parque natural ubicado en el departamento del Quindío. Allí hicieron un recorrido de ascenso y de descenso donde contemplaron la vida de Glicerio Landriani, como una manera de reconocer el camino de vivir a Dios de manera joven y comprometida. Fue una rica experiencia de encuentro con Dios, de oración, de contemplar la creación. Al finalizar el intenso día de camino, de oración y reflexión, el día concluyó con momentos de juego, de encuentro, de recreación.
El ritmo del tercer día se vivió desde el descubrimiento del otro necesitado. Fue así como, al desear estar cerca de los otros, los jóvenes participaron de un valioso conversatorio donde dos exalumnas y un religioso compartieron su testimonio de participar de experiencias de misión en diferentes lugares de nuestra Orden. El conversatorio, enriquecido por las valiosas preguntas de los jóvenes, desembocó en la visita a diversas fundaciones con diferentes poblaciones (niños de escasos recursos, mujeres en proceso de restitución de derechos, hogares de adultos mayores); allí exploraron su capacidad de servir, de entregarse, de amar a los otros desde la sencillez del corazón. El conmovedor encuentro fue concluido de una hermosa manera: con la celebración eucarística en memoria de los beatos mártires escolapios, hombres que se entregaron hasta el final.
El último día empezó en la noche del jueves, con el Calasanz Picnic. En esta experiencia se vivió la posibilidad de compartir diferentes muestras culturales preparadas por cada una de las delegaciones. Y la clausura estuvo acompañada por los religiosos escolapios (sacerdotes, junior, novicios, prenovicios), religiosas escolapias y por el P. Juan Carlos Sevillano, provincial de Nazaret, quien presidió la eucaristía en memoria de nuestro santo padre José de Calasanz. Este día se vivió como una oportunidad de estar cerca de Calasanz quien invita a vivir cerca de él para descubrir la maravilla experiencia de entregarse.
Y así transcurrieron estos días intensos, valiosos y enriquecidos. Días de encuentro, de pasión por la vida escolapia.
Damos gracias a Dios por todo lo que se pudo compartir en esta experiencia, y rogamos para que los frutos de esta jornada fortalezcan la vida de las Escuelas Pías.
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